El primer libro que leí sobre flamenco se lo cogí a mi padre de sus estanterías y se llama “Guía Alfabética del Cante Flamenco” que firma el autor Julián Permatín y fue un obsequio de las Bodegas Hermanos Sánchez Romate de Jerez de la Frontera. Es un librillo pequeño con algo más de 200 páginas amarillentas del año 1966, donde te definen palos, tipos de voz, premios, artistas y otros términos de la jerga flamenca. Mi padre guarda con cariño los escasos enseres que tiene de mi abuelo, al que yo no llegué a conocer, pero todo el mundo dice que me parezco. De él conserva este libro, una maleta con documentos, su sombrero y poco más. Fue un hombre humilde, pero muy metódico, en las páginas blancas de cortesía del librillo hay anotaciones suyas, él lo apuntaba todo; siempre he sabido que no me parezco a mi abuelo paterno solamente en el físico.
La constante búsqueda del concepto flamenco adecuado
Esta guía me sirvió para comenzar a familiarizarme con los conceptos que se usan en el flamenco y desde siempre me ha gustado entablar conversación con los aficionados o artistas que utilizan el lenguaje flamenco porque lo considero parte de la identidad de esta cultura y la enriquece. Por esta razón, siempre me preocupa encontrar la palabra más adecuada cuando intento explicar algo, y en la actualidad la mayoría de medios que utilizamos para intercambiar opiniones es mediante la escritura, por lo que me obsesiona más todavía. Ordeno conceptos en mi cabeza para aprender a expresarme mejor y tener una idea clara, no obstante, el flamenco ya sabemos que es algo subjetivo y depende de la percepción de cada uno.
Hablar con propiedad y conocimiento
Por ejemplo, no suelo emplear el término palo, sino cante aunque no esté hablando de cante; esto me lo explicó Antonio Barberán y me convenció. Otra de mis dudas en los conceptos era saber cuándo se dice por soleá o la farruca, se canta por cuando hay estilos y se canta la cuando ese cante no tiene variantes; más o menos así me lo aclaró Faustino Núñez.
Hace tiempo, decidí retirar de mi vocabulario la palabra macho para el remate de algunos cantes o puro para referirme al flamenco más tradicional o clásico. Aunque no tenga importancia para la mayoría, pienso mucho cuando escribo y tengo que dirigirme a un profesional del flamenco; elijo a conciencia el concepto de intérprete, artista o músico y no los sorteo solo por no repetirme. El intérprete es un estilo fino de llamar a un imitador o un copista, el artista es quien atesora la capacidad de comunicar lo que siente mediante su talento y su creatividad; y el músico es el que crea, interpreta o edita música ya sea en forma de composición musical o trovo.
Le he sacado punta a tres términos que me quebraban la cabeza: genio, genial y genialidad. Me preocupaban los límites de estas palabras. Hay momentos geniales, existen las genialidades y se veneran a los genios. Ninguna de estas tres palabras significa lo mismo. El momento genial es el que produce deleite y suele ser tan oportuno como efímero, las genialidades se manifiestan en un momento determinado cuando hay personas con una capacidad innata para crear algo nuevo y los genios son esas contadas personas que tienen un talento extraordinario y fuera de lo común para inventar cosas inéditas que no pueden imitarse.
¿Qué es el duende? creo que todos hemos intentado alguna vez definirlo. Para mí el duende es una emoción que se comunica, que el artista transmite al público, y siempre, pues no todos disponemos de la misma predisposición para captar las emociones y entablar un diálogo sensitivo con un cantaor, tocaor o bailaor.
Otro concepto que adoro es la ojana más propio del ambiente flamenco gaditano; esa pillería o engaño acicalada de arte que muchos saben utilizar. Me gusta cuando se da ojana a mala leche y a veces te ves en la tesitura de adular a la persona ojanera.
Por mis conocimientos musicales, soy consciente de que los flamencos erramos al referirnos al compás. Cuando un cantaor tiene compás se dice que tiene soniquete, en realidad nos estamos haciendo referencia a que el cantaor tiene ritmo. Del mismo modo que la esencia, aludiendo a los factores invariables que caracterizan y determinan a un cante o estilo.
La diferencia entre renovar y fusionar, tan necesaria para mí. Por no hablar de crear o innovar; mi fuente aquí es Enrique Morente, que aúna las cuatro palabras en distintas etapas de su carrera. Creó nuevas líneas melódicas, renovó la estética, innovó el contenido de las letras y fusionó con otros estilos musicales.
Puede sonar a absurdo, pero a mí los detalles me marcan la diferencia, el dialecto flamenco es el conocimiento de la materia. Hay que saber hablar, bautizar un pensamiento primero y seguir aprendiendo después. Suelo rechazar a los que llenan el espacio de palabras pero no dicen nada, a los que hablan pero no saben lo que dicen y a los que mezclan los conceptos sin rumbo alguno. No quiero ser así, y aunque quisiera no podría porque mi genética dominante paterna me informa que yo no valgo para eso. Ahí está el libro de mi abuelo para recordarme la importancia de saber expresarme, algo que nunca podré alcanzar; porque por muy larga que sea la vida, nunca se deja de aprender.

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