Mairena del Alcor: respirar y escuchar

Llegué sola, crucé el camino y entré sin saber ni donde estaba ni lo que me podía encontrar... y allí estaba Don Antonio Cruz García, en su silla de bronce sentado con su llave en la mano sobre cuatro maestros que también escribieron su nombre en la historia del flamenco.

Web construida con WordPress.com.

Subir ↑

A %d blogueros les gusta esto: